"Los periódicos se hacen, en primer lugar, para que los lean los periodistas; luego los banqueros; más tarde, para que el poder tiemble y, por último e inexistente término, para que los hojee el público." Antonio Fraguas, "Forges", humorista español. * "Una prensa libre podrá ser buena o mala, pero sin libertad la prensa siempre es mala." Albert Camus, escritor francés. * "La literatura es el arte de escribir algo que se lee dos veces; el periodismo, el de escribir algo que se lee una vez." Cyril Connolly, escritor británico *







domingo, 19 de septiembre de 2010


ROM
JON JUARISTI
"ABC", 19-9-2010


Yo alcancé a verlos. A finales del invierno, llegaban a los alrededores de Bilbao tribus de gitanos húngaros con carromatos y furgonetas. Los contrataban en los altos hornos para reparar las calderas. Tenían fama de excelentes lañadores y, que recuerde, no levantaban recelo alguno en el vecindario. En San Sebastián sus apariciones anuales iban asociadas a la inminencia del carnaval («Caldereros somos de la Hungría/ que venimos a San Sebastián./El dios Momo sólo nos envía/ a deciros que pronto vendrá/ y formamos la vanguardia/ del alegre Carnaval»). En otras partes de España he oído decir que los caldereros traían las lluvias primaverales, pero lo mismo se creía de los amoladores, de los colchoneros y de los que arreglaban paraguas, y es comprensible, porque todos ellos se echaban a los caminos cuando pasaba el frío. De los húngaros, me he preguntado más de una vez si vendrían exactamente de Hungría, que era en aquellos días de mi infancia un país comunista del que no se salía con facilidad. Probablemente recorrían a lo largo del año otros países occidentales, trabajando en lo suyo. Húngaro o zíngaroera una denominación imprecisa, porque había gran proporción de población húngara en la Transilvania rumana y en la Voivodina serbia, donde siguen viviendo muchos gitanos.
Sería absurdo pretender que los payos mirábamos entonces con estima a los gitanos. En general, se les trataba con desconfianza y menosprecio. En algunos casos, sobre todo de comunidades estables, con una especie de deferencia paternalista.. La prevención era mucho mayor hacia los nómadas, los andarríos o canasteros, y está de sobra mencionar el tipo de delitos que la leyenda popular les ha imputado durante muchos siglos. Con todo, las relaciones entre payos y gitanos eran, creo yo, menos tirantes. Se volvieron más conflictivas a causa de unas políticas de integración que mezclaban en los espacios suburbiales más deprimidos a familias indigentes de ambas cepas. A los gitanos se les fue acotando rápidamente el campo de sus oficios tradicionales, y la delincuencia aumentó entre ellos. También entre los payos pobres, pero los gitanos siempre han sido más visibles.
Este factor, la visibilidad de los gitanos, tendría que haber reforzado las cautelas morales de los gobiernos, dado lo fácil que ha resultado siempre convertir a aquéllos en chivos expiatorios en épocas de crisis y anomia social. No parece que éste haya sido el caso. Tampoco va a resolver nada su idealización exculpatoria y permisiva. El hecho es que una gran cantidad de gitanos del este de Europa han ido afluyendo a los países occidentales, incrementando la marginalidad, como no podía ser menos al tratarse de comunidades culturalmente desestructuradas. Existe un problema, y es absurdo negarlo alegando que recuerda al «problema judío». Identificarlo como «problema gitano», cuando es obvio que forma parte del problema general de una miseria creciente y fatalmente criminógena, suscita resonancias siniestras. Las medidas francesas de deportación no son fascistas, de acuerdo (también Stalin deportaba poblaciones incómodas). Pero es que los totalitarismos nunca han tenido la exclusiva de la indecencia.

JON JUARISTI es poeta, novelista y ensayista.

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