"Los periódicos se hacen, en primer lugar, para que los lean los periodistas; luego los banqueros; más tarde, para que el poder tiemble y, por último e inexistente término, para que los hojee el público." Antonio Fraguas, "Forges", humorista español. * "Una prensa libre podrá ser buena o mala, pero sin libertad la prensa siempre es mala." Albert Camus, escritor francés. * "La literatura es el arte de escribir algo que se lee dos veces; el periodismo, el de escribir algo que se lee una vez." Cyril Connolly, escritor británico *







miércoles, 27 de julio de 2011

PODEMOS ESTAR TRANQUILOS: ANDERS BEHRING BREIVIK ESTÁ LOCO

RAMÓN LOBO

EL PAÍS, (BLOG  "AGUAS INTERNACIONALES"), 27-7-2011


Podemos estar tranquilos: Anders Behring Breivikestá loco. No tiene barba ni piel aceitunada ni turbante ni habla en idiomas incomprensibles. No es un 'Otro', de los que salen en la televisión   armados con un Kaláshnikov, uno que entra como un guante en los estereotipos, y desde el abismo cultural que separa nos hace sentir a salvo. Cuando son islámicos los asesinos no los llamamos locos, solo fanáticos.

O como dice mi compañera Verónica Calderón: "Si es blanco es uno; si es árabe son todos". Detrás de un fanatismo no hay preguntas incómodas, indagaciones; solo antiterrorismo.

Breivik es blanco, rubio y cristiano. Pasea por las mismas calles, compra las mismas marcas de ropa, acude a los mismos colegios. Es blanco, de esos que  llaman de raza pura. Esa cercanía preocupa, conmociona a una  sociedad europeaque se encuentra en un laberinto: necesidad de inmigrantes(menor con la crisis; sin trabajo, vienen menos y se van más) y rechazo a la  multiculturalidad, un rechazo mutuo, del que está y del que llega.

¿Cómo es posible que con la misma educación, la misma alimentación, el mismo aire respirado existan personas tan opuestas: el monstruo y el héroe?  La locura es la explicación que nos salva, que permite pensar:  "yo nunca lo haría", 'mis hijos nunca lo harían'. La locura es la explicación que lo cubre todo, que evita y aplaza las preguntas incómodas, las que carecen de respuestas. ¿Cuáles son las causas del odio profundo de una extrema derecha que ya no se contenta con gritar,  raparse la cabeza, patear a mendigos o profanar tumbas?


La tragedia ha sucedido en los idílicos países nórdicos, ejemplo y modelo de una izquierda sin rumbo y sin referentes desde que cayó el muro y descubrió que al otro lado no había paraíso, solo gulags, corrupción, dictaduras atroces y un sistema económico que nunca funcionó.

  Stieg Larsson y  Henning Mankell, entre otros, llevan años denunciándolo. La extrema derecha es un gran problema europeo. Algunos comentaristas culpan a la izquierda del brote xenófobo; para justificar la afirmación acuden a argumentos xenófobos: se les avbrió la puerta, les ha regalado educación y sanidad gratuitas, la izquierda es responsable del efecto llamada. La izquierda es tan culpable como la derecha en muchas cosas: ninguno supo ver y medir los riesgos de la extrema derecha.

En España el terreno de batalla sigue siendo la educación. Hay políticos que prefieren la enseñanza de mitos a la enseñanza de valores democráticos..

El único efecto llamada es nuestro estilo de vida, la exhibición de nuestra presunta riqueza que llega al Tercer Mundo a través de las canales satélites de televisión. Uno es pobre cuando toma conciencia de ella, cuando compara su vida paupérrima con otra menos mísera. La televisión global hace ese trabajo y enseña la ruta a El dorado.

El derecho a sobrevivir, a comer, genera el derecho a inmigrar. En muchos países africanos la esperanza de vida es la mitad que la europea. Dos vidas cómodas frente a una de subsistencia.

La educación ayuda a entender al 'Otro', a sentirle como una aventura, no como una amenaza.

No solo es un problema de las instituciones, o de unos políticos extraviados, es un problema ciudadano. La misión principal es que cada uno vigile el monstruo que habita en él. Nadie está a salvo cuando llega el momento, una guerra como la de los balc anes. Cuando llega ese momento, la educación y la cultura no garantizan la victoria del hédroe sobre el monstruo.

RAMÓN LOBO es periodista

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