"Los periódicos se hacen, en primer lugar, para que los lean los periodistas; luego los banqueros; más tarde, para que el poder tiemble y, por último e inexistente término, para que los hojee el público." Antonio Fraguas, "Forges", humorista español. * "Una prensa libre podrá ser buena o mala, pero sin libertad la prensa siempre es mala." Albert Camus, escritor francés. * "La literatura es el arte de escribir algo que se lee dos veces; el periodismo, el de escribir algo que se lee una vez." Cyril Connolly, escritor británico *







domingo, 1 de mayo de 2011

EL DEPORTE: UNA ACTIVIDAD PARA LA CONJVIVENCIA SOCIAL

IÑAKI URDANGARÍN


EL PAÍS, 01-05-2011

La prensa de Washington no trata como prioritario al deporte español. Aunque no es extraño, afortunadamente, que el nombre del país se mencione cuando alguno de nuestros equipos o figuras consiguen un éxito internacional. Con más o menos seguidores, son bien conocidos aquí La Roja, Rafa Nadal, los hermanos Gasol, Fernando Alonso, Edurne Pasaban o el añorado Juan Antonio Samaranch (por mencionar a algunos y sin perjuicio de los demás) y siempre he pensado que no solo se les admira por sus éxitos, sino por su manera de actuar dentro y fuera de los entornos deportivos.

Estos campeones y sus homólogos de otros países responden de forma concreta y eficaz a los valores humanos del deporte plasmados en los estatutos y códigos éticos de organismos deportivos nacionales e internacionales. Sin ir más lejos, la Carta Internacional de la Educación Física y el Deporte aprobada por la mayoría de países del mundo en el marco de la UNESCO dice que: "(...) el deporte ha de tender a promover los acercamientos entre los pueblos y las personas, así como la emulación desinteresada, la solidaridad y la fraternidad, el respeto y la comprensión mutuos, y el reconocimiento de la integridad y de la dignidad humana". O también que: "(...) deporte constituye un elemento esencial de la educación permanente dentro del sistema global de educación".

No tengo ninguna duda de que nuestros grandes campeones contribuyen con su ejemplo dentro y fuera de las instalaciones deportivas a fomentar unos valores edificantes para la convivencia y el entendimiento social. Me parece que estos valores deben ser la guía para la responsabilidad social de los directivos, entrenadores y deportistas de las entidades deportivas porque contribuirán así a la convivencia social, la esencia de estas entidades. Estos valores que tienen especial incidencia, no lo olvidemos, entre los niños, niñas y jóvenes que liderarán el futuro de nuestro país.

Estos días, a raíz de los clásicos entre Madrid y Barça, los medios de comunicación de Washington han hablado del apasionamiento tan encendido con el que esta serie de encuentros se están viviendo en España. Y le están dando una connotación no especialmente positiva, sobre todo cuando especulan con la tensión creciente que se desprende de las declaraciones cruzadas, los acalorados foros de debate y las tertulias de café. Hubiera sido ideal que, a pesar de la sana, histórica y necesaria rivalidad entre ambos clubes, las crónicas se pudiesen haber centrado exclusivamente en la pasión y la calidad futbolística admirada en el mundo entero que atesoran estas entidades centenarias.

También participé en competiciones de alto nivel, con partidos de gran rivalidad y tensión, y pienso que todos los actores vinculados a un deporte, desde el primero de los atletas, hasta el último de los aficionados, pasando por clubes, organizadores, medios de comunicación y patrocinadores, salen legítimamente beneficiados de un cierto grado de rivalidad y sana pasión. Sin embargo también creo que todos tienen claro que si la pasión se desboca, el perjuicio puede llegar a ser muy grande y la convivencia social puede verse amenazada.

Releo las crónicas locales y me pregunto: ¿En qué está ayudando la presión extradeportiva de estos cuatro clásicos a mejorar la educación de nuestros conciudadanos y, especialmente, de nuestros jóvenes? ¿Qué valores de convivencia reforzamos para que guíen la conducta de los ciudadanos de hoy y los de mañana? ¿Realmente esta escalada dialéctica ayuda al espíritu deportivo, al fútbol, a la selección, a los jóvenes espectadores o a la imagen del país en el extranjero? Y, finalmente, ante la delicada situación de la economía y los retos que se avecinan, ¿qué atributo deportivo nos conviene más emular como país? ¿El espíritu de equipo o la rivalidad malentendida, la confrontación o la convivencia?

El deporte, puede ser una poderosa herramienta para la concordia o uno de tantos motivos para la discordia. Depende de los directivos, entrenadores, deportistas, medios de comunicación y sobre todo de los ciudadanos y ciudadanas la decisión de para qué queremos el deporte. Yo ya lo tengo claro.

IÑAKI URDANGARÍN fue jugador de la Selección Española de Balonmano.

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