RAUL DEL POZO
EL MUNDO, 2-2-2011
Siempre que voy al Casino de Madrid pienso que va a aparecer el duque de Osuna con alguno de sus 366 pantalones, uno para cada día del año. El casino de la calle de Alcalá es majestuoso, con sus salones del trono, sus vidrieras y sus escalinatas. No tropecé con el dandi del monóculo, sino con el neurocirujano. Me invitó a almorzar Carlos Revilla, aún más interesante que el duque.
El sabio que ve todos los meses a Adolfo Suárez fue presidente del CDS, y antes, uno de los organizadores del Partido Socialista en Alemania, cuando la primera emigración. Me habla de la cancillera Merkel, que llega mañana a Madrid. Según el doctor, la hija del pastor ha adoctrinado en la ética protestante a Zapatero y ahora le va a pedir emigrantes cualificados. Me explica, mientras come con sosiego la merluza, que los alemanes han sido los padrinos de nuestra democracia y respetan a los españoles, más aún que a los portugueses a los que ven melancólicos. «Ellos consideran que los trabajadores españoles son gente de honor».
Volvemos a ser emigrantes que es lo nuestro, cuando a la juventud le han taponado la salida. Es estúpido sentirse acabado a los 20 años, pero más de la mitad están parados. La juventud no es ni una maldición, ni una venganza, ni un tesoro, pero estos jóvenes no somos nosotros que, en los años 60, o caminábamos o reventábamos.
No digamos que cualquier tiempo pasado fue mejor, el nuestro fue o maleta o trena; había que coger el primer tren o el camión que te llevara a ninguna parte. A estos adolescentes les ha sorprendido la ruina cuando eran guapos y felices. Los rojos son sus abuelos de dominó. Nosotros escapábamos de casa, antes de que nos echaran, íbamos en autoestop a Europa y aprendíamos a vivir de milagro, como los gorriones. A los hijos de la abundancia y de los apedreadores se les podría aplicar aquella máxima socrática según la cual los jóvenes son unos tiranos que contradicen a sus padres, viven a su costa y se burlan de sus maestros.
Hoy mismo, les han dicho, perded toda esperanza, se apagaron vuestras estrellas. El diagnóstico de futuro del director del FMI, el jefe de la cueva de los buitres, puede resumirse así: en España hay una generación perdida cuando lo que viene para todo el mundo es agitación social violenta, inestabilidad e incluso guerra.
Vivían en una jaula dorada, mantenidos, motorizados, con ligue en casa, gozaban del mito del seno materno: abrir la boca y chupar de mamá o de la torda. Unos, los de los másters, que no valen; otros, los nis, ni de derechas ni de izquierdas. Así lo explica el neurocirujano: «Hemos llegado a este colapso, porque antes del déficit económico hubo un déficit político».
RAÚL DEL POZO es periodista y escritor.
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